miércoles, 23 de enero de 2013

A la luz del silencio


Silencios hechos para estar vacíos que se llenan hasta rebosar de palabras. Debería bastar con cualquier "algo" sincero que demuestre que es verdadero, algo que no esté hecho para ser contado, que retumbe en cada pared y nos de escalofríos por todo el cuerpo. Que esté hecho para merecer la pena. Pero nos encanta el ruido, porque lo que no se cuenta, no se vive.
El lado bueno de las cosas... no está en lo que se ve, en lo que se dice, sino en lo que se siente. Pero cómo van a tener cabida los sentimientos cuando las palabras ocupan todo el espacio, cuando no hay sitio para lo realmente importante. La urgencia de las palabras hace arder todo lo que las rodea y lo convierte en polvo. Un polvo que domina nuestra vida y que se convierte en los fuegos artificiales y en la pólvora de cada bala que atraviesa aire, paredes y, por descontado, corazones. Me gustaría que por una vez solo hubiera silencios vacíos que no se llenasen con nada más que más y más y más silencio. SILENCIO. Shhhh.  Impenetrable. Duradero. Que no se lo lleve el viento ni tampoco el olvido. Porque ya no queda nada por decir. Y porque a buen entendedor...



1 comentario: