Hoy es uno de esos días. Esos en los que te despiertas y no sientes nada. Te levantas vacía, ni siquiera sabes qué quieres para desayunar, y mucho menos qué quieres hacer contigo, con tu vida. Es de esos días en los que no sabes si quieres comerte el mundo o prefieres dejar que te coma él a ti. Que parece que eres incompatible con todo, que ni el papel que tienes en frente te entiende. Porque en realidad no sabes ni lo que estás escribiendo, intentas desahogarte pero no te salen las palabras. Y tienes la maldita necesidad de llorar pero tampoco te salen las lágrimas, porque ni siquiera ellas te van a dar el gusto. Y entonces te cierras en tu mundo, ya que el de fuera parece que se ha propuesto arruinarte el día a toda costa. Y piensas. Y como todos los días en los que te pasa eso, llegas a la misma conclusión:
EL PROBLEMA LO TIENES TÚ.
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